Ciclo

¿Has sentido alguna vez ese vació
que comienza en tu estómago
y termina en tu pecho?

Esa sensación de sueños rotos y esperanzas destrozadas,
es reconfortante y mortal a la vez.
No puedes simplemente ignorarlo
y seguir con tu vida,
pero tampoco puedes quedarte estancado
y sollozar por lo perdido.

Pero el continuar con tu vida;
según su ritmo, es algo
sumamente pesado, caótico... complicado.
Es difícil por el hecho
de escuchar esos gritos, esos lamentos.
Todos los fantasmas que
alguna vez alimentaron
las ilusiones estúpidas y fantasiosas
que te llegaste a plantear.

Es en ese momento cuando te sientes solo,
cuando realmente no puedes estarlo
porque sientes que la soledad te consume,
sientes que necesitas de la gente,
de la sociedad para sobrevivir.
Pero en el momento que estas entre ellos,
el ruido te tortura, te mata lentamente
y solo puedes correr a la ocuridad,
volver de nueva cuenta a la soledad
de la cual querías escapar.

Y todo se vuelve un madito círculo vicioso,
una simple carrera que nunca tiene final.
Es en ese entonces que todo se pierde,
buscas el silencio pero también la compañía,
buscas la oscuridad pero sin dejar por completo la luz.
Anhelas la noche, pero el día te reconforta...
Buscas la respuesta a una pregunta que te atosiga
y solo enceuntras a personas estúpidas por los alrededores.
Lo peor es que buscas la manera de
quedar bien con esas personas,
buscas la manera de comprender su inútil lenguaje
pero que en esos momentos es tan importante.

Quieres poder gritar en medio de la calle,
no quieres gritar nada coherente,
solo buscas sacar todo el dolor que
se alberga en tu pecho, para que éste
no se exprese con lágrimas.
Porque llorar es de débiles o al menos eso es lo que
te has obligado a creer.
Y al no poder hacerlo la incomodidad aumenta
y se resguarda más y más en tu cuerpo,
lo cual provoca que la sensación de vacío se vuelva más pesada
y penetrante, y todo para que al final,
estes una vez más en el inicio de todo.

Maldito círculo infinito.