jueves, 13 de septiembre de 2012

Recuerdos ahorcados.

Mucho gusto hablar contigo,
ya hace tiempo que nadie venía por aquí,
quisiera presentarme, pero lo haré al final de esta carta.
De esta pequeña introducción.

Palabras netamente huecas,
pertenecientes a la futesa de mi vida.
Imágenes borrosas que se van con el vaoh,
conceptos, significados que ahora no importan;
que ahora no valen nada.

Son amenanzas punzocortantes
que atiborran mis oídos,
son explosiones de emociones
que han destrozado mis sentidos.

Sigo por un camino, que poco me importa,
cometo un acto sin fundamentos.
Vago por una dirección desconocida,
completamente llena de lamentos.

Sigue la silueta de mi guía,
tan borrosa y humeda como en el pasado.
Sigue soltando malas palabras
debido al dolor que le provocan los brazos.

Sigue aquella bestia;
cuidando mis espaldas.
se que tiene preparadas sus garras,
para cuidar que no me vaya.

Los verdugos del pasado y del futuro
aún se encuentran a un lado del camino.
sus pesadas miradas atraviesan mi carne,
mi cuerpo... mis miedos.

Es el electrizante dolor de las espinas oxidadas
que envenenan la sangre de aquel que toma su vino,
Ese licor color carmín tan candente,
como las hojas de los lirios.

Todo se encuentra dentro de esta caja de cristal,
una que se ha roto por mis descuidos
una que adorna el piso de metal.

Son sinrazones, sin metas acabadas.
Sin dolores sepulcrales, sin llagas que recordar.
Sin notas musicales que llenan su espacio personal,
sin decisiones que los atormentaran.

Esta caja de cristal que existe en este rincón,
bañado por la oscuridad que no es vencida por la bombilla del techo,
oculta por la cortina que se mueve en al ventana;
a causa del viento.

Un paisaje perteneciente a una habitación,
de la cual solo se aprecia la ventana de la parte delantera,
apreciada esa pequeña sección por el exterior,
una que se une a un parque desolado.

Un parque desolado que se encuentra a lado de un panteón,
un panteón que ha sido olvidado por el hombre y la razón.
Olvidado y dejado a blanco y negro por el pincel de pintor,
que se encuentra en una montaña;
perdido en su imaginación.

En ese cuadro donde se encuentra mi persona,
mi dolor, mi vida... y mi única slavación,
la llave de mi cárcel se encuentra en el mar,
en aquella gran cantida de agua, alejada de mis manos.

Atte: ese parte de tu persona que has dejado olvidada,
dame el nombre que más te convenga.

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